Dadme una docena de niños sanos, bien formados, para que los eduque, y yo me comprometo a elegir uno de ellos al azar y adiestrarlo para que se convierta en un especialista de cualquier tipo que yo pueda escoger -médico, abogado, artista, hombre de negocios e incluso mendigo o ladrón- prescindiendo de su talento, inclinaciones, tendencias, aptitudes, vocaciones y raza de sus antepasados.
J. B. Watson

domingo, 2 de mayo de 2010

Enfermedad mental y creatividad

Unravelling Bolero



Anne Adams, de formación científica, trabajó tanto la matemática, como la química o la biología, siendo un tipo muy particular de demencia lo que la llevó al arte, hasta el punto de que éste llenaría todas las horas de su vida futura.

Adams padecía demencia frontotemporal (FTD), un tipo de neurodegeneración de los lóbulos frontales del cerebro que tiende a ser erróneamente diagnosticada como mal de Alzheimer.

Cuando Adams pintó su "Unravelling Bolero", la obra del compositor francés Maurice Ravel la obsesionaba, algo que no sorprende a Bruce Miller, neurólogo y director del Centro de Memoria y Edad de la Universidad de California. Que Anne Adams se obsesionara con la música de este compositor y le dedicara un cuadro entero, que pretendía ser una expresión pictórica del «Bolero», es algo comprensible si tenemos en cuenta que la FTD que sufría Anne Adams era la misma variedad que la que en su día padeció el compositor.

«El «Bolero» es, en definitiva, un ejercicio compulsivo, de perserverancia en una estructura», subraya el doctor Miller, recordando que Ravel lo compuso a los 53 años, es decir, cuando su propia demencia frontotemporal ya se había manifestado y empezaba a afectar su capacidad para retener el lenguaje musical. Esta composición se basa en dos temas principales extremadamente simples, explorados hasta la extenuación con varios niveles instrumentales. Es la obra de una mente enferma que se aferra a una pauta conocida para mantener el control. Y lo consigue.

Otro tanto le ocurrió a Anne Adams, que empezó pintando las casas donde vivían sus vecinos en Vancouver y acabó con composiciones abstractas extremadamente compulsivas, estructuradas y repetitivas. Y a la vez envolventes y fascinantes, como el «Bolero» de Ravel.

¿Son estos cuadros y esta música creaciones de la locura? Pues sí, en cierto modo, de hecho estos procesos son posibles y están perfectamente estudiados en cerebros sanos, recientes estudios demuestran que un músico de jazz, cuando improvisa, «afloja» ciertas inhibiciones de su cerebro para ser más espontáneo y creativo.

Los casos de Maurice Ravel y Anne Adams van un paso más allá: Al debilitarse las áreas de su cerebro más vinculadas a unas facultades, se fortalecen otras. Sus mentes enfermas acuden al arte casi como reacción ante la enfermedad.


Texto e imágenes extraídos de:
· La locura que alumbra al artista
por A. Grau, ABC.es

· Boléro: 'Beautiful symptom of a terrible disease'
by Peter Aldhous, NewScientist
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